
Mi querido sobrino,
Cada día me parece más interesante este nuevo mundo, no dejo de descubrir un montón de cosas muy curiosas. Sabes lo importante que es para mí nuestra religión, que nos eleva el alma y da verdadero sentido a nuestras vidas de enano. Como raza inferior que son, no esperaba que los humanos hubiesen llegado ya a desarrollar este tipo de manifestación espiritual. Pero he de admitir que me equivocaba. Sí tienen una religión que une a todos, y se llama FÚTBOL y su dios, que les da y les quita la felicidad caprichosamente, con sus dimensiones perfectas de ser supremo, se llama BALÓN.

Son muy religiosos estos humanos, cualquier lugar y momento es bueno para llevar a cabo sus prácticas litúrgicas y empiezan a aprenderlas desde muy pequeños. Pero es durante el fin de semana cuando los sacerdotes (o futbolistas como los llaman aquí) convocan a los fieles y festejan por todo lo alto su credo. El sábado pasado me colé en una de estas celebraciones. La catedral del fútbol estaba llena y era tanta la devoción y el entusiasmo que se sentía en el ambiente que casi me emociono yo también. El representante del mal en esta eucaristía es el ÁRBITRO y todos le gritan para demostrarle que no están con él. Como en nuestras iglesias, aquí también hay cánticos y loas a la divinidad: "oe, oe, oe, oe..." dice una, "halé, halé, halé", continúa otra.
Al final de la celebración unos salen muy contentos, porque han conseguido que su dios les escuche, y otros están tristes -algunos incluso lloran e insultan-, porque esta semana no han sido buenos y dios les dio la espalda. Pero no importa, porque la semana que viene volverán a quererle igual y a celebrarle.
Tal vez me haga de alguna de estás parroquias, para estudiarles mejor, pero aún no sé cuál. El Real Madrid no parece estar mal...
Sin nada más que contarte me despido hasta mi próxima carta. Recibe los cariñosos saludos de tu tío Patt.