
Queridos amigos,
Antes de nada, deciros que estoy buscando sin descanso a mi sobrino. Aún no sé exactamente donde se encuentra, pero espero estar siguiendo la pista acertada. Confío en que esté bien. De hecho sé que será así porque, aunque no lo haya demostrado siendo tan torpe como para dejarse capturar, siempre ha sabido cuidar bien de sí mismo. Vosotros desde ahí lo mejor que podéis hacer para ayudarme es seguir publicando mis postales, por si alguien que lee esto lo ha visto y nos puede transmitir algún tipo de información.
Por otra parte, me gustaría contaros un poco más sobre mis nuevas aventuras en el mundo exterior. Ayer me encontraba yo buscando a mi sobrino cuando, sin darme cuenta, acabé en la puerta de uno de los espectáculos se supone que más divertidos de los humanos: el circo. ¿Qué cómo lo supe?, pues porque escuché a la gente hablando en la puerta: “No tío, no entres ahí, no es más que un circo...” Decidí perder cinco minutos y entrar a verlo, al menos para saciar mi curiosidad por saber un poco más sobre como se divierten estos humanos.
Pero mi decepción una vez más fue inconmensurable: me aburrí como un enano.
Tal vez el problema fue que este circo era un poco soso, o que estaba incompleto: no vi ningún animal, ni malabaristas, sólo alcancé a contaba con payasos con los que la gente aplaudía como loca, pero con un humor que yo no alcancé a comprender.

Pese a ello, he decidido darle una segunda oportunidad a esta atracción y mañana probar con otra compañía, aunque me da en la nariz que no será mejor que la anterior, estos humanos se conforman con cualquier cosa... Ya sé el sitio y el lugar, porque un vehículo bastante curioso se encarga de ir anunciándolo por la calle. Ya os contaré mi segunda impresión.
Un beso muy fuerte,
El tío Patt.